Cuando las discusiones, el conflicto y la tensión se vuelven una constante en las relaciones de pareja turbulentas, tienden a no terminar y perpetuarse a través de los nuevos escenarios que nos trae la tecnología, como por ejemplo el WhatsApp.
Aún dentro del mismo hogar, cuando alguno de los miembros de la pareja da por finalizada la disputa, el otro (decidido a no respetar ese punto final y continuar en otro momento) arremete con mensajes de whatsapp intramuros, descargando así toda la hostilidad, reproches y enojos que han quedado inexpresados.
Las interacciones por whatsapp pueden alcanzar niveles de violencia sorprendentes y en ocasiones la única manera de impedir la irrupción agresiva de los mensajes del otro miembro de la pareja, es recurrir a un bloqueo que deje al miembro que ha sido avasallado en su intimidad, a buen resguardo emocional.
Estando dentro del hogar, manejando o en el lugar de trabajo, la agresión, la conflictividad y la violencia recibida por medio del whatsapp puede ser altamente perturbadora de la calidad de vida emocional. Pareciera que ya no hay manera de dejar (por unas horas) una discusión pendiente. Ya no se puede esperar, ni los tiempos propios ni los de otro, lo que urge es emitir una catarata de agravios y reproches en el momento, de forma impulsiva y maníaca.
Estas formas de perpetuar el conflicto pueden extenderse también a escribir estados de whatsapp alegóricos destinados a un solo receptor, o bien a sancionar al otro cambiando la foto de perfil (eliminando la foto de pareja y sustituyéndola por una individual). Una especie de reprimenda virtual con destinatario único. Pueden aún no quedarse conformes con esto y arremeter con el posteo de frases hirientes en Facebook, que no nombran pero son contundentes para aquél a quien van destinadas, buscando abarcar todos los espacios de conflictividad, hasta lograr el hartazgo y agotamiento del otro. Una funesta estrategia de perpetuación del conflicto que logra lo que quisiera evitar (el desgaste y la separación). Cuando una pareja se encuentra en esta etapa, (aún cuando no haya llegado todavía la separación formal), el proceso de pre-separación ya ha dado inicio.
Las parejas no deben someterse a un proceso de “salvataje terapéutico” cuando ya han sufrido tanto desgaste por la heridas emocionales mutuas ocasionadas, sino cuidar “estar a salvo” antes que todo respeto mutuo y amor hayan terminado.
* Analía Forti es Consultora Psicológica, Psicóloga Social y Orientadora Familiar. Directora del Instituto Argentino de Counseling Familiar.