6 de septiembre, 2017

Realizan nueva hipótesis sobre las últimas horas de Anahí

Para las fiscales a cargo del caso, los dos detenidos sedaron a la chica y la asfixiaron al verse acorralados por la policía

Aquellos primeros días de agosto, la imagen de Anahí Benítez no sólo había empapelado las calles de Lomas de Zamora: inundaba los medios y las redes sociales, y su búsqueda tenía repercusión nacional. A los rastrillajes de la Bonaerense en la reserva Santa Catalina sólo le faltaba sumar el inminente registro casa por casa.

 

Nerviosos ante tanto movimiento y acorralados por la Policía, creen que fue el 3 de agosto cuando tomaron la determinación de matarla, y que lo hicieron “de apuro”. La chica fue golpeada, asfixiada, lavada y enterrada en menos de 12 horas. “Descartaron” su cuerpo en un sitio que ya había sido registrado, “a 231 metros de donde la habían mantenido cautiva, y de donde no salió viva”.

 

Esa es la hipótesis que sostuvieron las fiscales de la UFI 2 de Lomas de Zamora, Verónica Pérez y Fabiola Juanatey, en el pedido de procesamiento y prisión preventiva para Marcos Bazán y Marcelo Villalba. A ambos los acusan de haber secuestrado y asesinado a Anahí. A Villalba, a su vez, le imputan el robo del celular y la violación de la menor.

 

Para las fiscales, el calvario de Anahí comenzó el 29 de julio, cuando salió de su casa de Valdez 667, de Lomas de Zamora, a las 17.30. Dijo que iba a caminar y se llevó su celular Samsung Core II blanco sin línea. Antes de irse, hizo la última anotación en el diario que había comenzado cuatro días antes. Escribió: “Hola diario”.

 

Ese mismo sábado la secuestraron, según la causa. Dos elementos abonan esa hipótesis: el testimonio de dos hermanos que ese día se cruzaron en la reserva, cerca de la casa de Bazán, con una mujer que “caminaba lento, como medio zombi”, y a dos hombres que iban detrás de ella; y también que Villalba le entregó el teléfono de Anahí a su hijo mayor el 30 de julio, sin la funda rosa y negra, pintado y con chip nuevo. “A esta altura es evidente que Anahí no estuvo alejada de su hogar por propia voluntad”, consignaron las fiscales.

 

En el procesamiento no hay un rincón en el que no se haga notar que en los seis días que transcurrieron entre la desaparición y el hallazgo del cuerpo no hubo chances de que Villalba, quien la violó -según demostró el análisis de ADN-, haya actuado solo.

 

Indefectiblemente participaron al menos dos personas”, destacaron. ¿En qué lo basan? La cantidad de días que la mantuvieron cautiva, los golpes que tenía en su cuerpo, el Diazepan en el estómago, la agresión sexual que padeció y cómo la mataron, la lavaron y trasladaron el cadáver hasta la fosa que actuó como primera sepultura.

 

Y ahí es donde explican que, según su criterio, ambos acusados actuaron. Además de destacar que Villalba no tenía los medios económicos (está desempleado) ni físicos (vive con su mamá y dos hermanos en un dos ambientes y no tiene vehículo, ni siquiera tarjeta SUBE), a Bazán lo compromete el hallazgo en su casa de la tijera con la inscripción “Lautaro M”, que el propio dueño reconoció como suya y dijo que la tenía Anahí siempre en su morral para devolvérsela. También lo vincula el rastreo del perro Bruno que marcó que la chica no salió ni viva del “galponcito” de su propiedad e indicó que el imputado estuvo donde la enterraron.

 

Además de una cantidad inusual de pornografía en el celular de Bazán, hay mensajes que llamaron la atención: una amiga del acusado le advirtió que sacara “todo” el mismo 4 de agosto que encontraron el cuerpo y en audios con su novia se mostró “preocupado por los rastrillajes”. Es más, creen que la versión que dio sobre haber visto a un encapuchado en la reserva el día que desapareció la chica fue “para desviar la investigación”.

 

Por eso, ese jueves 3 de agosto, ante la repercusión nacional de la búsqueda de Anahí y los inminentes “registros domiciliarios que incluyeran” la casa de Bazán, la mataron para “ocultar el secuestro y la violación”. Para ello, debía estar “indefensa” y por eso la drogaron y le dieron un golpe en la cabeza. Necesitaban “obrar sobre seguro”. Fue entonces que, según los estudios complementarios de la autopsia, la asfixiaron y le comprimieron el cuello para que no se moviera -pudo haber sido con la rodilla-. Luego, lavaron el cadáver. “Todo fue concomitante”.

 

Para las fiscales, los asesinos aprovecharon la oscuridad y la ausencia de movimiento en la reserva esa noche y, conociendo que el sector había sido registrado, cavaron un pozo y la descartaron.

 

Según el procesamiento, “resulta impensable que una persona extraña” al predio de Santa Catalina fuera a sepultar un cuerpo allí. “Bazán era conocedor del lugar, de las búsquedas, y se mostró molesto y nervioso por ellas.

 

También «estaba al tanto de los sectores que se habían inspeccionado”, destacaron y agregaron que horas antes de la aparición del cadáver, un amigo de Anahí, junto a su papá y una comisión policial, fue a la reserva para hacer una comprobación cerca de domicilio de Bazán. “Ello guarda concordancia con el ‘descarte de apuro’ que se hizo del cadáver”.