Pedro Sánchez indicó que a la hora del corte desaparecieron 15 gigavatios (GW) en apenas cinco segundos, lo que equivaldría “al 60 % de la demanda del país en ese momento”.
Las razones de la irritación son las maniobras militares conjuntas entre Corea del Sur y EE.UU. Según los medios oficiales norcoreanos, el ejército de Corea del Norte no seguirá siendo un espectador pasivo y atacará sin previo aviso cuando le convenga.
En el marco de sus maniobras anuales de combate simulado (llamadas Key Resolve), las tropas de Seúl y Washington realizaron entre el 13 y el 24 de marzo varias simulaciones para neutralizar a Pyongyang en caso de conflicto. Entre los comandos especiales estadounidenses participantes figuraron el Equipo 6 de los Navy SEAL (la unidad de élite de Fuerzas Especiales de la Armada estadounidense), los “Rangers” (fuerzas de despliegue rápido), las fuerzas de élite de los Delta Force, y los Boinas Verdes.
Los comandos especiales participan también en los ejercicios Foal Eagle que arrancaron el 1 de marzo y se prolongarán hasta fines de abril, con fuerzas de infantería, navales y aéreas de los ejércitos de ambos países. En respuesta a dos ensayos atómicos y al lanzamiento de una veintena de misiles balísticos de Corea del Norte en 2016, este año el despliegue de los aliados es mayor que nunca, con la participación de cazas F-35B y del portaaviones nuclear Carl Vinson.
Para el régimen de Kim Jong-un, estos ejercicios militares son un ensayo de invasión. En protesta lanzó cuatro misiles de medio alcance el 6 de marzo y tuvo una prueba fallida con otro proyectil el miércoles.
La tensión en la zona también preocupa a Beijing. Entre otros motivos, porque entre la tecnología desplegada por EE.UU. en Corea del Sur figura el escudo anti misiles Thaad, capaz de rastrear lanzamientos norcoreanos pero también chinos. La posibilidad de una guerra que termine con el régimen de Kim Jong-un tampoco es vista con buenos ojos por el gobierno de China, que se quedaría sin un colchón entre su mundo y el de la hegemonía estadounidense y recibiría a cambio un aluvión de refugiados norcoreanos.
“Los países grandes tienen la responsabilidad de mantener la paz global, deberían aumentar el diálogo estratégico, hacer crecer la confianza mutua y respetar los principales intereses y preocupaciones de los otros”, dijo el sábado el vice primer ministro de China, Zhang Gaoli, durante la apertura de un forum regional en la provincia de Hainan.
Sin decir en ningún momento cuáles eran esos grandes países, sus comentarios recordaban a los del canciller chino, Wang Yi, el 9 de marzo. “Las dos partes son como trenes que aceleran uno hacia el otro, con ninguno de los dos dispuesto a ceder el paso”, dijo entonces Wang.
La solución china, que Washington se resiste a aceptar por malas experiencias anteriores, es la negociación: Corea del Norte suspende su programa de misiles y nuclear y EE.UU. abandona las maniobras militares conjuntas con Seúl.
“Nuestra prioridad ahora es prender la luz roja y apretar el freno en los dos trenes”, dijo también Wang, sin mencionar que en esa propuesta China no tiene nada que perder y sí mucho para ganar: con la retirada de las maniobras (y del Thaad) se debilitaría la hegemonía estadounidense en el Pacífico, seguirían en pie las dos Coreas (enfrentadas desde la Guerra de Corea 1950 – 1953), y no habría crisis de refugiados que apagar.
Tras la visita a Beijing del canciller estadounidense, Rex Tillerson, el 19 de marzo, el próximo paso en el baile diplomático lo da el presidente de China, Xi Jinping: en abril lo recibe el presidente de Estados Unidos , Donald Trump. Lo hagan público o no, Corea del Norte es uno de los temas inevitables de la agenda pero no el único.
El republicano basó gran parte de su campaña presidencial con la amenaza de imponer un 45% de arancel a los productos de China. Según explicaba entonces Trump a sus votantes, de esa forma se recuperarían los empleos estadounidenses.
El magnate inmobiliario también ha acusado una y otra vez a China de abaratar sus exportaciones devaluando a propósito su moneda, el yuan. Parece poca cosa en comparación con la amenaza de un conflicto armado, pero de cómo se resuelvan esas diferencias dependen las vidas de miles de millones de personas.
Pedro Sánchez indicó que a la hora del corte desaparecieron 15 gigavatios (GW) en apenas cinco segundos, lo que equivaldría “al 60 % de la demanda del país en ese momento”.
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