19 de diciembre, 2017

El arrepentido Marcelo Odebrecht cumplirá arresto domiciliario

El ex CEO de la compañía envuelta en el escándalo de corrupción más grande de Brasil abandonó la cárcel y es trasladado a San Pablo.

El empresario brasileño Marcelo Odebrecht, ex presidente de la firma protagonista del escándalo internacional «Lava Jato», dejó la prisión y continuará cumpliendo bajo arresto domiciliario su condena por corrupción.

 

 

El empresario permaneció detenido dos años y medio en una prisión de la sureña ciudad de Curitiba, después de haber sido sentenciado el año pasado a 31 años y medio de cárcel por los cargos de corrupción activa, lavado de dinero y asociación delictiva en dos causas relacionadas con «Lava Jato».

 

 

Odebrecht, de 49 años, pasará a cumplir su sentencia en su domicilio gracias a un acuerdo de cooperación judicial («delación premiada») realizado con la Fiscalía de Brasil, y del cual forman parte otros 76 ejecutivos de la empresa.

 

 

El acuerdo de cooperación determina que el empresario cumpla un total de 10 años de condena y si viola su arresto domiciliario o la Justicia comprueba que las informaciones que suministró en su acuerdo de «delación premiada» no son verdaderas, puede volver a prisión para cumplir su pena.

 

 

A partir de hoy, el empresario deberá cumplir dos años y medio de arresto domiciliario en la residencia familiar localizada en el barrio Morumbi, de la ciudad de Sao Paulo, sin poder salir, y será controlado por las autoridades mediante una tobillera electrónica.

 

 

Después de ese período, Odebrecht cumplirá otros dos años y medio de régimen semiabierto -tendrá salidas controladas durante el día, menos fines de semana y festivos-.

 

 

Cabe consignar que en la causa «Lava Jato» han sido investigados decenas de empresarios del país sudamericano y ha salpicado tanto a políticos del oficialismo como de la oposición.

 

 

En el marco de esta megacausa, el Grupo Odebrecht es una de las empresas contratistas que ha recibido más acusaciones por sus negocios con el Estado, no solo en Brasil, sino también en países de América Latina y África.