11 de octubre, 2017

Tras el triunfo de Argentina, el Show de U2 fue una fiesta

La victoria de la Selección con tres goles de Messi fue el puntapié inicial para una celebración en el recital de la banda irlandesa

Los jugadores se abrazan, la pantalla se apaga y los primeros acordes de Sunday Bloody Sunday comenzaron a sonar. La emoción que dejó el triunfo de la Selección en Ecuador animó aún más el espíritu de los presentes.

 

Cincuenta mil personas vibran y también las almas de los cuatro irlandeses sobre el escenario. Saltos, gritos y la banda arremete con New Year’s Day. «Gracias señor Gallagher», dice Bono al hacer mención al acto de apertura de Noel Gallagher, quien celebró el entusiasmo del pueblo argentino. «¿Serán así de épicas las dos horas?», se preguntó el irlandés al dirigirse al público.

 

Bono presentaba a la banda como si el show estuviera por terminar. Lanza un: ¡Arrrrgentina, Buenos Aires!», y el público le devuelve el mensaje con los brazos arriba y euforia.

 

El primer tramo transcurre en el corazón del campo, con la enorme pantalla trasera apagada. «¡Muchas gracias por venir hasta aquí para vernos!», dice Bono y lanza: «Thank you Leo Messi».

 

Pride (In The Name of Love) provoca que todo el estadio ensaye un coro multitudinario. Cada vez más punzante, la guitarra de The Edge provoca escalofríos. La base, ese bajo y esa batería que se entienden de memoria, avanzaban dando en el corazón. «Sueño. Igualdad. Verdad». Esas eran las palabras que aparecían en pantalla para cerrar Pride y el tramo inicial.

 

Ya con la banda en el escenario y pegada a la imponente pantalla que emitía imágenes de un viaje hacia el desierto de Mojave, sonaba Where the Streets Have no Name para empezar el tramo consagrado a homenajear a The Joshua Tree.

 

Un breve descanso, un instante que dura dos minutos antes de Beautiful Day. El show parecía reiniciarse y la energía era la misma del comienzo. La banda estalla, la canción crece para volver a retraerse unos segundos más tarde. U2 es la gran banda de estadios. La versión definitiva y mejorada de un prototipo que lleva 40 años mejorándose permanentemente.

 

«¡1, 2, 3, 14!», grita Bono. La pantalla despide un rojo sangriento y en el momento menos esperado Bowie reaparece. Rebel Rebel fue el tema elegido para cerrar Vertigo.

 

Las luces se apagan. Los celulares se encienden. One fue la balada perfecta para desprender una lágrima. Para despedirse. Es el fin inexorable. Es el comienzo de un recuerdo imborrable.