10 de enero, 2018

Larreta inauguró las playas porteñas

Tras el acto de apertura en el Parque de los Niños, bajo una ola de calor y alerta amarilla, el suministro duró solo dos horas

 

«Los juegos están buenos y la vista es hermosa, pero si no me aseguran que hay agua no vengo otra vez, porque estamos insolándonos», dice Claudia Muñoz refugiándose bajo una sombrilla del sol sin nubes y los casi 38°C de sensación térmica que a las 15 en punto azotan la ciudad. Muñoz llegó desde Lanús junto a cuatro familias amigas para disfrutar de la Playa Buenos Aires ubicada en el Parque de los Niños. Alquilaron un micro privado que les cobró $ 120 por persona traerlos, esperarlos y llevarlos de vuelta, pero no están disfrutando de la salida.

La playa urbana que instaló el gobierno porteño al norte de la ciudad, inauguró hoy su décima edición con el pasto cortado al ras, las instalaciones recién pintadas y una polémica: el agua duró apenas dos horas. En el promocionado sector de juegos acuáticos, con toboganes, pasarelas, e imitaciones de hongos y palmeras de dos metros de altura que deberían largar agua, apenas quedan unos pequeños charcos, huellas de una diversión que no terminó de ser.

«Es un caño que se rompió. Ya estamos trabajando para arreglarlo», explica Manuel Olivos, empleado de la administración, pero no da plazos de resolución del problema. Estima que ingresaron hoy al predio unas 3 mil o 4 mil personas. Muchos son chicos. «El agua está intermitente, pero se ha hecho todo lo posible para que las personas y los nenes disfruten», reconoce una empleada del sector de playa que prefiere no dar su nombre.

De los varios puestos de duchas y rociadores que hay para refrescarse, uno solo está en funcionamiento. Es una estructura abierta de unos diez metros de largo, con techo de paja a dos aguas que contiene cuatro duchas. Debajo se apiñan unas treinta personas que se refrescan como pueden. «Para que los chicos se cuiden del calor los mandamos debajo de esas regaderas cada diez minutos. Son las únicas que andan», explica Muñoz.

 

En las 32 hectáreas del parque no hay bebederos públicos; solamente algunas canillas en el sector de los baños, a 300 metros de la playa principal, aunque se pueden comprar bebidas frías en pequeños quioscos repartidos por el predio. La botella de agua mineral cuesta $ 35 y la lata de gaseosa $ 40.

 

Carla Spazzali, una docente de Munro concuerda con Muñoz. «Vine con mis cuatro hijos y un amigo de ellos. Está mucho mejor: hay más juegos y más sombrillas que en la edición pasada. Está bien preparado para el verano, especialmente para la gente como nosotros, que no podemos irnos de vacaciones. Pero es una lástima que no anden las regaderas ni los juegos de agua. Hoy es un día que deberían andar más que nunca, porque hace mucho calor», explica.